–¡Qué triste es! –murmuró Dorian Gray con los ojos todavía fijos en su propio retrato–. ¡Qué triste es! Envejeceré y seré horrible, y espantoso. Pero este cuadro permanecerá siempre joven. Nunca será mayor que en este preciso día de junio… ¡Si fuese al revés! ¡Si yo me conservase siempre joven y el retrato envejeciera! ¡Por eso daría todo! ¡Sí, no hay nada en el mundo entero que no daría! ¡Daría mi alma por eso!
Dorian Gray. El retrato de Dorian Gray, pág. 40.
Oscar Wilde
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